lunes, 14 de diciembre de 2009

Mis dos manos no mienten [14]


Recuerdo.

Recuerdo que muchas horas oscuras acudieron a mis días, horas a veces demasiado perseverantes en la tarea de dejar que la negrura remoloneara por los recovecos, alrededor del cuerpo, entonces vivo pero muerto. Claro que recuerdo también que el discurrir involuntariamente irrefrenable me dejó algunos buenos días, esos en que el sol brilla con fuerza a pesar de que no esté.

Pero hoy, vida, quiero dejar bien dicho aunque no sepa, que no valen los recuerdos: ningún día pudo haber sido tan hermoso como este tiempo sin límites ni referencias en que la cálida paloma y el lobo sin entrañas se han encontrado al borde de la acequia en el oasis. Ningún otro tiempo, sólo en el día de hoy puede el futuro presentarse en el presente creyendo convencido en lo que queda por venir.

Recuerdo.

Recuerdo y no hay, repito, un día en mis días como hoy.

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