domingo, 13 de diciembre de 2009

Mis dos manos no mienten [13]


Tengo escalofríos. Me cala el aire las entrañas. Se me eriza la piel.

No se. No se si es el frío o tu ausencia que pasa gélida rozándome. No se si es el viento o el espíritu de tu aliento provocándome.

Camino sin rumbo por las calles. Y casi sin darme cuenta me veo reflejado en el espejo de un escaparate.

Estás a mi lado, mirándome así, tan tiernamente, como tú lo haces.

Mantengo mis ojos en tus ojos penetrando el azogue de cristal hasta que me sonríes con ese gesto que tiene un matiz de inquietud, marcado por un ligero temblor de labios entreabiertos.

Así nos quedamos, hasta que a mi gesto de llevar la mano en forma de caricia hasta tu cara responde igual el tuyo.

Llego entonces a tu rostro, quiero acariciarlo. Y sólo encuentro la dura transparencia de tu no presencia.

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