
Vuelo.
Mis ojos te dan forma en la imagen voraz de la vehemencia
haciendo mía sin espera
tu piel suave poblada de misterios
Vuelo.
Buscando a los tuyos te llaman mis labios
y cobran vida en el susurro
los besos salidos de tu voz.
Vuelo.
Y veloz voy en pos del norte
que me lleve seguro al cálido seno de tu cuerpo
fundido en el abrazo.
Vuelo,
sí, vuelo.
Hacia ti tiendo mis manos
como alas piadosas que me impulsan
con la fuerza inagotable del deseo
que sólo tiene un nombre:
el tuyo.
Vuelo.
Voy.
Llego a ti.
Acepta entonces la ofrenda de mi cuerpo,
toma sin reparos este corazón
que de mi pecho acaban las manos de sacar.
Voy:
¿Cómo no ir a esos brillantes ojos de mar y su reflejo?
¿Cómo no decir sí a la llamada del rumor de voz, olas en el oído?
Voy:
Para mirarme en los labios de sal,
para hablarle a los ojos de arena.
Voy:
Para perderme y encontrarme en la inmensidad azul,
para ir y volver a ir al horizonte cual espuma de la orilla.
Voy:
aquí, y ahora,
voy.


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