jueves, 26 de noviembre de 2009

OLVIDARLO [13]


Una luz explotó como supongo fue al principio.
Nos quedamos ciegos metidos sin saberlo
en la mirada de unos ojos encontrándose en los otros,
al tiempo que el abismo se abría en derredor.
Alargamos la mano
-como el ahogado que intenta asirse al aire-
para atrapar las cosas conocidas en cotidiana forma repetida.
Pero esta vez,
no era suficiente el largo de un brazo en el esfuerzo de estirarlo.
Quedaba el mundo lejos.
En cambio, lo que llamamos tú y yo eran un férreo abrazo interminable
sin dejar que entre los cuerpos el aire circulara.
Dos van haciendo entonces el camino irreversible que los lleva
sin remedio al peligroso túnel donde el lenguaje de los seres es el de las sensaciones,
esa forma
-la única quizás-
de entender totalmente sin palabras,
más allá de las palabras.
Laten los corazones desbocados,
la angustia se anuda en el estómago,
caen las lágrimas de miedo por el arco rosado de mejilla,
porque no valen las máscaras
cuando las almas se muestran ya desnudas para siempre.
Pende la vida de la duda:
volver atrás, caer en el abismo;
atravesar el túnel, buscar arriba en lo difícil por encima de todo horizonte de cautela:
volver derrotados a la cloaca de la vida,
buscar la posibilidad de lo imposible en un mundo distinto hecho de dos.

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