"¡Déjame en paz!", le dijo a ella. Él había apoyado la mano sobre su brazo. Ella le miró fríamente y volvió a la lectura de Le Carré. Él, la mantuvo apoyada. Al rato, ella volvió a mirarle y apartó, molesta, la mano masculina.
"¡Déjame en paz!", le dijo. Él, se dio la vuelta y se quedó dormido.
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