domingo, 18 de abril de 2010

FRAGMENTOS DEL DIARIO DE UNA MUJER GRIS [12]


-Yo creía que el matrimonio era el grupo ideal para que hubiera mucha y buena comunicación entre sus miembros.


-¡Ya está!, ¿otra vez con lo de la comunicación interpersonal en el matrimonio?


-...

-¿Tenemos que volver a discutir otra vez?

-No te entiendo Leopoldo, ¿de verdad no crees que la buena comunicación entre los dos no es una necesidad?

-Sencillamente, no.

-...

-Porque puedes sentir la necesidad, pero es muy raro que llegue a ser una realidad.

-Está claro que tú y yo no somos una excepción en relación a los demás. La verdad es que yo diría que nuestra comunicación es realmente escasa.

-Y en ocasiones, prácticamente nula, querida.

-Porque no hablamos. Porque cada vez que lo hacemos eludimos sistemáticamente los temas verdaderamente importantes, los temas que de verdad significan comunicación.

-...

-Mira Leopoldo, tú todos los días está con la cantinela de que eres muy liberal bla, bla, bla pero a la hora de la verdad eres de lo más machista.

-Ya estamos.

-Sí, sí, te comunicas con otros hombres, con tus compañeros de la facultad, con los señoritos licenciados de tres al cuarto, pero no con tu mujer, no conmigo.

-Tú sabes que eso no es cierto.

-¿Qué no? Lo que a ti te gusta es verme en el papel tradicional de ama de casa, de madre..., a pesar de que me digas que salga, que me vaya con mis amigas, tararí. No, no puede haber comunicación entre un machista y su mujer, tiene que ser, por narices, absolutamente deficiente.

-Bueno, a lo mejor tienen razón los que dicen que el matrimonio hoy por hoy no es la opción a la hora de buscar una comunicación profunda con otro ser humano.

-...

-A lo mejor no lo ha sido nunca.

-Entonces, lo de los ideales en común, las aspiraciones de búsqueda de intercambio, de reciprocidades, la busca del compañero, no del antagonista, se va todo al carajo, ¿verdad?

-Eso es una utopía, tienen que entender que el matrimonio es un camelo.

-Claro, y por eso yo tengo que cargar con todo. El trabajo, el niño, mientras tú te encierras a trabajar en tu despacho. Y si insinúo, sólo insinúo, que quizás lo mejor fuera que nos separáramos, me sales con que es preferible seguir viviendo juntos, aunque nos llevemos mal, por el niño... por el niño…

-Mira, no mezclemos las cosas.

-¿No mezclemos? Lo que pasa es que te gustaría que sólo hablara contigo de los programas de la tele, la política... bueno, si quieres, de religión. Pero no de nuestro hijo, no de nuestro matrimonio, nada de ti y de mí como pareja.

-Puestos así, lo que a ti te falta es una madurez individual básica. No se si me entiendes.

-Perfectamente. Tú eres el gran licenciado, yo simplemente tengo que trabajar para poder traer algo de pasta cuando el señorito está estudiando todavía porque quiere hacer el doctorado para colocarse bien, ¿y qué?

-Tú siempre has dicho que trabajarías aunque no lo necesitaras. ¿No eres así más independiente, más personal? ¿Y no decías que eso contribuía a la comunicación?

-Claro, pero tú pareces no ver esa necesidad, parece como si no quisieras aportar el dinero que nos hace falta en casa todos los meses.

-¿Ves? Hay algo de lo que si hablamos, de dinero.

-Pues sí, nuestro tema preferido. Pero, ¿se yo lo que ganas?, ¿puedo influir en algo ala hora de decidir en qué gastarlo?

-Así no vamos a entendernos nunca. Me voy. Me voy a dar una vuelta, a ver si me despejo, que esta noche tengo que terminar un informe para la tesis.


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